dilluns, 20 de febrer del 2012

"Consigo que el público haga lo que quiero"

CÉSAR VINUESA, 37 años y lleva 15 como profesional del mentalismo
César Vinuesa no es el mentalista al que podamos estar acostumbrados, ha cambiado el frac por un polo Lacoste y el misticismo por una sonrisa de oreja a oreja. Se trata de un hombre de 37 años que, dispuesto a vivir de su pasión, ha decidido dar un vuelco a la magia mental. Tanto es así, que ha sido el primero en hacer lo que un mago nunca debería plantearse: revelar el truco de su número. Mezclado con pinceladas de humor, -rasgo poco frecuente en el perfil místico e introspectivo de un mentalista- Vinuesa nos revela cómo es capaz de sugestionar nuestras acciones sin que nos demos cuenta.
Jugando con la más aplastante de las lógicas, pretende dejar a su público boquiabierto sin trampa ni cartón, sólo con las posibilidades que ofrece la psicología. Según él, las respuestas simples ante actos impresionantes suscitan más asombro entre los espectadores. Este comportamiento no le ha dejado libre de la crítica de otros mentalistas que, aferrados al look clásico, siguen justificando sus números con poderes mentales. Por contra, Vinuesa  solamente con esta ciencia como arma, es capaz de saber en qué película estamos pensando o cuál será nuestra próxima elección. Con todo esto pretende hacernos ver que, como dice él mismo, la decisión no es nuestra, sino suya. 

¿A qué se dedica exactamente? El mentalismo no es lo único que hace, verdad?
Vengo del mundo de las multinacionales pero nunca conseguí combinarlo con el mentalismo...exige una dedicación completa. Mi vida ha ido por bloques, según lo que me apetecía. Digamos que vivo de emociones...si me gusta un proyecto, lo hago, no me preocupa el dinero. Ahora intento, al margen de las actuaciones, vivir de lo mío: he montado una empresa que se dedica a la producción televisiva, espectáculos...

Y porque mentalismo? qué le llevó a fijarse en esto?
Uno empieza como aficionado a la magia, luego te especializas en algo y yo acabé con el mentalismo. Básicamente me fijé en este tipo de magia porque creía que le hacía falta un cambio, no creía que estuviera acorde al siglo XXI.

En qué sentido?
En España se hizo famoso Uri Geller por doblar cucharas aprovechándose de la incultura de la sociedad de aquella época pero eso ahora no funciona, la gente ya no es tan crédula. Hace un tiempo tenía éxito hacer creer al público que el mago realmente tenía poderes, pero yo creía que se debía evolucionar y, a raíz de eso, acabé metiéndome en el mentalismo, con la buena o mala suerte de que se me dio bien y me enganchó.

Y ahora?
Fui el primero en España en practicar otro tipo de mentalismo, basado en cosas creíbles, no predico tener poderes mentales, es más, soy el único que cuento el truco.

Sobre el escenario, en directo?
Sí, básicamente porque no hay truco, se trata de cosas reales. Me he inspirado mucho en series como el mentalista, lie to me... en las que se ve lo que yo uso, el lenguaje no verbal, la psicología, la sugestión...

Y eso funciona?
He creado escuela: es más impresionante para el público decir que soy capaz de descubrir una mentira con la mirada que no presumir de hacerlo con poderes mentales, es más sorprendente hacerlo con técnicas sencillas. Yo tengo sugestionado al público y consigo que haga lo que yo quiero durante todo mi show. Al final, cuando explico que lo que ha sucedido estaba calculado mediante la psicología, la gente flipa.

De hecho Manolo Talman dijo una vez que el mentalismo no es ni magia ni esoterismo, sino psicología y estadística...
Sí, pero aunque estemos hablando de un íntimo amigo mío, debo decir que él afirma esto pero no lo practica. Sigue siendo el mentalista místico de los años 60 y, así como te dice que hace una cosa matemática, te rompe un vaso con la mente y, qué tiene eso de psicología? Ese rol ya no es creíble, el público ha llegado a aceptar que todo tiene una explicación. El problema del mentalismo viene cuando pretendes que la gente crea que eres capaz de adivinar el número de la lotería pero no te ha tocado nunca....

Pero usted en el 2005 predijo el gordo de Navidad en el programa de Ana Rosa...
Sí...pero a diferencia de mi gran amigo Anthony Blake cuando adivinó la lotería en el 93, que dijo que él "no compra", yo me guardé la sorpresa al final de sacar el décimo. Tienes que demostrar que es verdad que puedes adivinar el número, por el método que sea, y para ello debes tener uno...el mentalismo está perdiendo popularidad porque la gente no quiere sentirse engañada con explicaciones místicas, es que ya no cuela...

Y en este caso, qué explicación dio?
Estadística. Hay terminaciones que, por la razón que sean, salen más. Aunque este caso no sea el que mejor representa lo que yo hago, porque no hay nada de psicología, considero que se debe dar una mínima explicación racional. Luego, Manolo Talman, al que yo pedí que me acompañara, se encargó de darle el toque místico diciendo que había soñado el mismo número que yo había calculado, pero...qué va a soñar!

Pero el acierto no estaba asegurado, qué hubiera pasado en caso de error?
Yo jugaba con esa posibilidad, de hecho, preparé a todos los colaboradores para lo peor. Quería que estuvieran convencidos de que íbamos a fallar para que ellos mismos fueran los primeros sorprendidos. Si Ana Rosa no se quedaba con la boca abierta, desde casa pensarían que se trataba de un truco de cámaras.

Y usted, estaba preparado para lo peor?
Eso era lo de menos, me preocupaban más ellos. Yo ya estaba seguro de haber acertado.

Cómo? Jugaba con muchas posibilidades, si fuera tan fácil, todos seríamos ricos...
Ya...la estadística no es 100% efectiva... - dibuja media sonrisa -por eso al final la explicación no fue totalmente lógica y dejé, en este caso sí, un lugar para la duda. Pero este no es el tipo de número que me gusta hacer, lo mío es sugestionar a la gente con psicología en el escenario y hacer que actúen como yo quiero, provocar sus elecciones.

Un ejemplo?
En mi nuevo espectáculo, me voy a jugar en directo 5.000€, pero es mentira - se ríe-. Meto en una urna tapada un billete de 50€ y doy al público a escoger entre dos opciones: o el billete que yo he puesto sigue tal cual, o bien los 50€ se han convertido en 5.000€. Si la persona elige la opción correcta, se lleva lo que haya en la urna. Al final, no sólo no ganan el dinero, sino que yo les entrego previamente en un sobre lo que van a elegir. Yo ya sé qué van a escoger y esto se puede hacer con todo el público.

Con cualquier persona? Nunca ha escogido a alguien que se lo haya puesto difícil?
Sí claro. La primera regla es saber elegir a quien subes al escenario. Sacar siempre a alguien que sea sugestionable, pero si me equivoco, tengo que tener salidas para todo, lo último que puedo hacer es quedarme en blanco. Esa es la diferencia entre los novatos y los que ya llevamos tiempo.

Se ha equivocado alguna vez?
Sí claro, pero equivocarse es muy relativo, al final hay salidas. La gran ventaja es que el público no sabe qué voy a hacer y no sabe si me equivoco. Pero fallo muy poco, una vez de entre 300, porque los números que presento ya están muy rodados...Pero aún así subirse encima de un escenario es la mejor terapia del mundo, me lo paso genial.

Además, usted es de los pocos que mezclan mentalismo y humor, verdad?
Sí...no lo hago apropósito, soy así...intenté hacerlo serio un día y no me salió...si tienes poderes, por qué no puedes ser simpático? Pero este mundo sigue siendo muy clásico, nos hemos quedado estancados en otra época y ese es el problema: falta creatividad. Los trucos que antes se vendían como magia mental ahora se venden como psicología pero el espectáculo en sí no ha cambiado. No sólo hay que adaptar el envoltorio sino el contenido, porque no se puede doblar una cuchara de forma mística ni con psicología...

Y qué me dice de gente como Luis Pardo? Está claro que él no sigue para nada el look clásico ni místico de un mentalista...
Él ha cambiado el estilo de personaje, nada más. En vez de frac se viste de motero y en vez de música clásica pone a los ZZ Top, enseña sus tatuajes y pone tres calaveras en el escenario, pero sigue rompiendo vasos con la mente, doblando cucharas...hace lo mismo que los mentalistas más clásicos, pero con otro personaje. Él es de los que vende que su espectáculo es psicología, pero dime qué psicología tiene conducir una moto con los ojos vendados? No es para nada acorde a lo que presenta. Pero él no es una excepción, hace los mismos trucos que los demás mentalistas y por eso se necesita un cambio.

Podría hacerme una demostración de este cambio en el mentalismo que practica?
Venga! -en un trozo de papel dibuja un rectángulo rojo- si jugamos con la imaginación, esto podría ser muchas cosas, pero para mí es una pantalla de cine. Ahora, como si fueses un proyector, escribe el nombre de una película y dóblalo- le entrego el papel en el que he escrito el título de la película Pearl Harbour y lo rompe en pedacitos-. No has escogido la película que has querido tú, sino la que he querido yo y te voy a demostrar cómo lo sé. Es una película americana y, te diré más, seguro que está ambientada en los años 40 o 50, porque hemos estado hablando mucho de los Estados Unidos de mediados de siglo y, por tu edad, apuesto a que será de trama romántica. -Llegados a este punto empiezo a sorprenderme y a preguntarme si realmente he escogido esta película por que la había visto el día anterior o si es cierto que él me ha sugestionado...-. Si hablamos de una trama ambientada en los 40, seguramente tendrá que ver con la II Guerra Mundial y, siendo así, no puede ser otra que Pearl Harbour. ­-Sin salir de mi asombro, me río y asiento con la cabeza ante una explicación tan lógica de algo tan impresionante-.

Increíble...y esto lo haría así, tal cual, encima del escenario?
Sí, la única diferencia es que al principio del show te habría dado una cajita en la que habría habido el DVD de Pearl Harbour. Así te demuestro que he sido capaz de sugestionarte desde el principio sin que te des cuenta y que, en realidad, la película no las escogido tu, sino yo.

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